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lunes, 23 de marzo de 2015

ORGÍAME: OBRA TEATRAL: CRÍTICA


Cuando hablamos o nos enfrentamos ante un acto íntimo, consideramos que ese hecho forma parte de esa frontera que sólo dejamos traspasar a quien  queremos que lo comparta con nosotros.

El pasado viernes día 20 en la Sala Mood de Madrid tuvo lugar un nuevo acto íntimo de Santi Senso “Orgíame” en una función donde el público estaba invitado a asistir desnudo o vestido, promovido por las asociaciones nudistas de Madrid. Una función que comienza en una cama, donde un niño desnudo (Santi) se aburre antes de dormir y como hemos hecho tantos en nuestra infancia, se pone a jugar bajo las sábanas con sus juguetes y una linterna. En un momento determinado mira a través de la sábana y descubre que su habitación ha sido invadida por sus amigos del colegio (público) a los que invita a acercarse a donde él está. A partir de esta escena divertida, sensitiva y emotiva por los recuerdos que a muchos, estoy seguro despertó, Santi se muestra en el escenario como un potro salvaje y desbocado en el espacio escénico que abre camino entre los espectadores que han vuelto a sus sitios de origen. Espectadores a los que en ningún momento considera como tales, sino como amigos, visitantes, compañeros y donde en su acto íntimo les hace partícipes de esa intimidad que en vez de ser a él a quien ver vulnerable, consigue que el efecto sea el contrario. Son los espectadores los que pueden sentir en ellos mismos esa vulnerabilidad o incluso la intimidación por la euforia natural nunca contenida que muestra Santi, en el escenario.

La obra pasará por momentos donde la  desnudez de la piel de los actores, queda vestida ante la desnudez de los sentimientos y emociones de los personajes. Lía y Santi hacen un alarde de escena dramática donde el deseo se confunde con el amor, el sentimiento con el miedo y el dolor con la resignación.

Nos hablará del poder. De los elementos de poder que en la sociedad se utilizan y él afirma poseer sus objetos de poder personales, que con orgullo mostrará sacando de su maletín. Unos objetos que en ocasiones se pueden  muy bien percibir más que de  poder, de humillación, cuando por ejemplo, muestra una regla y ofreciéndosela a uno de los espectadores, extiende la mano. El espectador no lo duda y golpea con dicho objeto su mano, remontando a una gran mayoría de los presentes en el acto, a la niñez y los golpes provocados por los maestros, o sin dejar esa niñez y esa adolescencia nos presenta sus cartillas escolares o los chupetes. Pero Santi aún  guarda el que él considera como el más poderoso y sonríe al mostrarlo mientras relata su historia y los espectadores se lo van pasando unos a otros. No, no les diré cuál es, es mejor que lo descubran ustedes cuando asistan a dicho  acto íntimo.

Hay mucho más que contar de un acto íntimo de Santi Senso, o tal vez no, porque los actos íntimos, como bien he dicho al principio, se comparten con quien cada uno elegimos hacerlo y Santi ofrece los suyos a quien va a una de sus representaciones.

Para terminar, comentar que Santi Senso está magistral utilizando tanto el lenguaje verbal como el del cuerpo, y donde la expresividad del rostro nos muestra cada estado anímico por el que está pasando. Lía, su compañera en la escena más dura y cruel de todas, decir que está soberbia e impresionante.

La ambientación corre por cuenta de Espacio Escénico Mood, una sala perfecta y adecuada para este tipo de representaciones y seguramente otras muchas, pues su  espacio versátil, amplio y el mobiliario polivalente, puede crear cualquier ambiente.

La música y luz muy adecuadas para atrapar, si cabe más al espectador, que no lo es en ningún momento porque al final pasará a formar parte de ese estado emocional de la obra.

El debate al que Santi invita al finalizar la función, me resulta muy interesante para comprender o intercambiar opiniones, pues el espectador ya está completamente entregado.